¿Enfrentas el Futuro o Le Temes?
La
Verdad de Hoy
Vende tus posesiones y dáselas a los
necesitados. Háganse de bolsas de dinero que no envejezcan, con un tesoro en
los cielos que no falla, donde los ladrones no se acercan ni la polilla destruye.
Porque donde esté tu tesoro, también estará tu corazón. (Lucas12: 33-34, ESV[1]).
Entre Amigas
Cuando era una joven adulta, a menudo me decía para mis adentros, “Cuando
sea realmente exitosa, ¡voy a dar muchísimo dinero! Voy a apoyar a los
huérfanos y a los necesitados. Tengo que trabajar duro para que en mis últimos
años pueda hacer mucho bien al mundo y para al reino de Dios.”
Al mismo tiempo estaba en una constante batalla: yo versus mis cosas. Mi
casa estaba repleta de cosas que compré y usé (o no). Intentaría y trataría de
ordenar, pero todo en mi casa, para mí, era completamente esencial. Quizá no
ahora mismo; no podía deshacerme de nada que pudiera necesitar, algún día.
Parecía un desperdicio tener que comprar el molde para pan en forma de corazón,
que usé una vez, y luego regalarlo. (Y qué pasaría si, cinco años después,
tuviera otro hijo que quisiera pasteles pequeños en forma de corazón para el
Día de San Valentín? Mi casa entera estaba llena de “qué pasaría si.”
Así que mi casa seguía a punto de reventar, los planes que tenía para cuidar
de los pobres jamás sucedieron mágicamente. Sabía que el siguiente paso era
ganar más dinero para que pudiera servir a los pobres y comprar una casa más
grande para que no estuviéramos siempre tan abarrotados, y poder concentrarme en
amar bien a los demás. ¿Cierto? ¿No es eso lo que el mundo nos dice?
Todo esto era erróneo, pensando en el futuro. En lugar de hacer lo que
puedo, en el momento, para servir a quienes están justo frente a mí, yo seguía
diciendo “un día de estos.”
Acerca de mi desorden.
Acerca de mi ayuda a los pobres.
Y la raíz de este pensamiento erróneo de este futuro, era el temor.
En lo referente a ordenar, “¿Qué pasaría si lo necesito un día de estos?”
Es el clamor de un corazón temeroso. Porque para un corazón temeroso, lo que
una vez decidimos que sería “suficiente” para empezar a ayudar a los pobre, “suficiente“
para tener en nuestras casas, jamás va a ser suficiente.
La única manera en que vamos a tener lo suficiente en nuestras casas, lo
suficiente para ayudar a quien necesite ayuda, es llegar al lugar donde
confiamos en el Dios que ya nos ha dado tanto.
Me tomó llegar a los cuarentas para creer ─creer realmente ─que yo pudiera
deshacerme de los “extra” en mi casa, de los “por si acaso” en mi casa, sin
temor. ¿He dado algunas cosas que necesité de nuevo? Ocasionalemnte. En esas
instancias, he tenido paz sabiendo que mi extra empezó a ser usado por alguien
más que lo necesitaba, y yo podía, si realmente los necesitaba, comprar o pedir
prestados esos artículos de nuevo.
Pero la parte más emocionante de este viaje ha sido la capacidad de
ayudar a la gente ─no “un día de estos” sino ahora mismo.
En lugar de vender nuestro sofá que todavía estaba en excelente estado y
la gente se había ofrecido a comprárnoslo, fuimos capaces de dárselo a una
madre soltera que acababa de mudarse a nuestra comunidad.
Y cuando nuestros amigos estaban recaudando fondos para el agua limpia en
África, yo tenía una pieza de joyería (que me la dio alguien que ya no estaba
en mi vida) que fui capaz de vender por dinero para ayudar a construir un pozo.
Preferiría llevar estos actos a mi corazón en lugar de las cosas extra en
mi casa.
No permitas que tu abundancia sea en lo que pones tu confianza. En su
lugar, confía tu abundancia a Dios.
Vamos
a orar
Padre Celestial,
ayúdame a recordar que mi única seguridad, siempre, se encuentra en Ti.
En el Nombre de Jesús,
Amén.
Ahora es tu
Turno
¿Hay algo en tu
casa que puedas dar ─o incluso vender ─para apoyar a alguien (un amigo, un
ministerio) necesitado?
Más de las GiG
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más sobre cómo tener más vida y menos desorden? Asegúrate de revisar el libro
de Kathi, Clutter Free. Libre de Desorden.
Traducción:
Norma Galvis.
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