El Suave Susurro de Dios



Marzo 15, 2019
El Suave Susurro de Dios

La Verdad de Hoy

Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios. (Salmos 46:10, NVI).

Entre Amigas

Es totalmente cierto que tenemos que aprender a quedarnos quietos con el fin de escuchar a Dios. Porque Dios nos lo dice en los Salmos:

“Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios.” (Salmos 46:10, NVI).

Amo la historia de Elías el profeta, quien está esperando escuchar de Dios sobre el hombre que lo va a reemplazar y continuará con el ministerio. (la historia de Elías se encuentra en 1 Reyes 19).

Elías le pide a Dios que le hable. Elías pasa por una gran tormenta ─pero Dios no le habla en la tormenta. Experimenta un terremoto ─pero Dios no le habla en el terremoto. Ve un gran fuego ─pero una vez más, Dios no le habla en el fuego. Elías finalmente escucha a Dios en una tranquila y suave voz ─en un suave murmullo.

Dios va a usar su vara de 2 x 4 (pulgadas) para llamar nuestra atención cuando nada más funciona. Pero Él prefiere llamar nuestra atención a través de una tranquila y suave voz. Debemos aprender a estar quietos con el fin de escuchar el suave murmullo del Espíritu de Dios.

Si has establecido un tiempo diario con Dios, no tienes duda que has descubierto la realidad de que en el minuto en que tu cuerpo se queda quieto, tu mente y tu corazón se ponen en marcha. Tu mente te muestra todas las cosas que tienes que hacer, mientras que tu corazón te recuerda todas las cosas por las que estás inquieta o preocupada. Uno de los retos de quedarse quieto es lidiar con estos asuntos.

Dentro de la fe de los cuáqueros, hay una gran enseñanza sobre el concepto de “centrarse en.” Es una manera de lidiar con los deseos de la mente cuando logramos quedarnos quietos para impulsarnos hacia la reflexión y el pensamiento. El punto de lo que yo llamo “tiempo en la silla” o tiempo a solas con Dios no es para reflexionar y pensar –sino para aclarar la mente y el corazón para que puedas escuchar a Dios.

He desarrollado mi propia práctica de lo que he aprendido de los cuáqueros. Lo llamo “centrifugar.” He aquí cómo me funciona esto. En el minuto en que trato de quedarme quieta, mi mente (mi intelecto) entra en marcha y me recuerda toda clase de cosas:

¿Qué hay aún en mi lista de “cosas por hacer”?

¿Qué necesito dejar hecho para mañana?

¿Qué olvidé hacer hoy?

¿Qué hay de las facturas que todavía tengo que pagar?

¿Hay dinero suficiente en nuestra cuenta bancaria para pagar esas facturas?

El corazón (mis emociones) hacen lo mismo. En el momento en que me quedo quieta, mis emociones toman el control y me traen a la mente:

Las heridas o pérdidas recientes

Cualquier cosa por la que estoy preocupada

Mis amigos que están luchando

Lo cansada que estoy

Lo deprimida que estoy

Lo frustrada que estoy

Lo que está ocurriendo en la mente y en el corazón es en realidad contraproducente. Estás intentando quedarte quieta para escuchar a Dios. Y, sin embargo, tu mente y tu corazón están acelerándose, sin querer sentarse y quedarse quietos en absoluto.

Ahí es donde el centrifugar entra en juego. Imagínate a ti misma intentando centrarte –intentando llegar a un lugar donde tu cuerpo, tu mente, y tu corazón están quietos para poder escuchar a Dios. Empieza orando, “Jesús –quiero escuchar de Ti hoy. Ayúdame a centrarme. Ayúdame a apartar cualquier distracción que me venga a la mente.”

Luego, cuando me quedo quieta, algo salta en mi cabeza o en mi corazón. Pienso por un momento, hago un plan para lidiar con esto más tarde, y luego lo aparto. Literalmente me lo imagino abandonando mi mente y mi corazón y saliendo despedido. Cuando la siguiente preocupación o idea o dolor llega, hago lo mismo.

A menudo pienso frases como estas que me ayudan a segregar:

“No puedo arreglar eso ahora mismo –voy a lidiar con esto más tarde.”

“Estoy preocupada por eso –pero Dios, te lo confío a Ti.”

“Necesito dejar eso hecho –pero no ahora mismo.”

“Necesito un momento para procesar eso –pero eso es para otro día.”

Mi experiencia es que cuando aprendo a practicar el centrarme al centrifugar las ideas de mi cabeza y a los sentimientos de mi corazón, me quedo lo suficientemente quieta para escuchar esa suave y tranquila voz de Dios.

Vamos a orar

Dios Padre, quiero crecer en mi fe. Sé que necesito pasar tiempo de calidad contigo cada día. Por favor ayúdame a aprender cómo centrarme. Enséñame como quedarme quieta y tranquila delante de Ti, sin entretener pensamientos o sentimientos que me impidan escuchar Tu voz. Sé que anhelas pasar tiempo conmigo. Gracias por amarme. ¡Entro a Tu presencia con alabanza!

En el Nombre de Jesús,

Amén.

Ahora es Tu Turno

¿Por qué crees que Jesús se iba solo con frecuencia a orar? Determina un lugar donde puedas pasar tiempo a solas con Dios en oración. Ahora haz un plan y comprométete a hacerlo.

Más de las Amigas GiG

¿Necesitas ayuda? El devocional de hoy es un extracto de Chair Time, Tiempo en la Silla, un libro Electrónico escrito por el esposo de Mary, Dan, que dice: “¡Hemos complicado demasiado la oración! En su forma más pura, es hablar con Dios y escuchar a Dios. La mayoría de nosotros tenemos la parte de hablar. La parte de escuchar –no tanto.”

¿Buscas recursos que te ayuden a crecer en Cristo? Visita la tienda en línea de Mary por una gran selección de  libros, CDsdescargas de MP3Estudios Bíblicos en Línea ¡y más! 

Asegúrate de revisar los MP3s GRATIS en la página web de Mary y contacta a Mary por E-mail, TwitterInstagramShopify, o en Facebook


Traducción:  Norma Galvis

Comentarios

Entradas populares de este blog

La Codicia Huele Mal

Qué Tienen de Común Tú y la Mujer Maravilla