¡Curso Básico de Labores Domésticas ─Ayuda!



Enero 15, 2019
¡Curso Básico de Labores Domésticas ─Ayuda!

La Verdad de Hoy

Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica. (Efesios 2:10, NVI).

Entre Amigas

Como estudiante de secundaria básica, decidí que era hora de tomar el Curso Básico de Labores Domésticas. Todavía puedo ver la cara de la Sra. Johnson mientras miraba ingenuamente a sus nuevos estudiantes. ¡Bendito sea su inocente corazón! Ella no tenía ni idea del desafío que yo traería a esa clase o a su carrera como maestra. Por semanas, me metí en cada lección con un desempeño respetable, pero menos que excelente, hasta que llegamos a la sección de costura. Resultaría ser su perdición en lo que a mí respecta.

Siendo la maestra veterana que era, la Sra. Johnson respiró hondo y se adentró con determinación, jurando que podría enseñar a cualquiera a coser ─incluso a mí. Decidí hacer una blusa y elegí lo que pensé que era un patrón simple de McCall. La Sra. Johnson estaba entusiasmada con mi selección, competente de que incluso yo podría hacer una blusa que requiera aproximadamente siete costuras rectas.

El patrón se veía tan sencillo e incluso bonito en el paquete. Luego lo abrí, desplegándolo cautelosamente y arreglando cuidadosamente cada delicada pieza de patrón, mirando los documentos extraños que tenía ante mí. Estaban simplemente más allá de la comprensión humana. Llegué a la conclusión de que el patrón era en realidad una trampa siniestra de algunas costureras exitosas pero sádicas, y rápidamente metí las frágiles trampas en su paquete. Después de todo, yo era creativa. No necesitaba un patrón. Sabía exactamente lo que quería hacer. ¿Qué tan difícil podría ser? La ignorancia realmente puede ser una dicha.

Cuando presenté la blusa completa a la Sra. Johnson para calificar, sus ojos se agrandaron mientras miraba en silencio mi primer y último intento de costura. "Interesante", murmuró ella, obviamente en estado de shock. Obtuve una "C" en su clase, una calificación por simpatía si alguna vez hubo una.

¿Y la blusa? La enterré en mi patio trasero ─literalmente.

Desde ese día, siempre me aseguro de tener al menos una amiga que pueda coser y el nombre de dos costureras a la mano en todo momento. Sin embargo, en todos mis años de ministerio, puedo decir sinceramente que mi incapacidad para coser nunca ha obstaculizado la obra de Dios en mi vida.

Una línea de pensamiento propone que debido a que soy la esposa de un pastor, debo estirar mi plata (si es que tengo) y organizar cenas y tés para las mujeres de la iglesia. Por favor sepan que aquellas que realmente disfrutan esos tortuosos eventos tienen mi eterna admiración y respeto. ¡En serio!

En nuestra primera iglesia de tiempo completo, en realidad invité a toda la iglesia a nuestra casa para un evento Navideño de puertas abiertas. Puesto que había varios cientos de miembros de la iglesia en ese momento, llegué a la conclusión de que tomaría tres noches acomodarlos a todos. Mirando hacia atrás, mi única defensa es una completa pérdida de la cordura.

Mi familia eventualmente llegó a odiar el mes anterior a la primera casa abierta. Tenían buenas razones. Los puse a todos a trabajar, limpiar y trapear cada centímetro cuadrado de la casa. Compré y acumulé alimentos, y amenacé con herir a cualquiera que incluso pensara en infiltrarse en mi "botín". Incluso me las arreglé para destruir el fin de semana de Acción de Gracias insistiendo en que decoráramos la casa, por dentro y por fuera, para la Navidad ─no con anticipación para celebrar el nacimiento de Cristo, sino en preparación para las "casas abiertas" que se celebrarían el siguiente fin de semana.

Durante tres años, intenté ser la "anfitriona más esforzada" hasta que mi esposo detuvo la locura al hacer una simple pregunta: "Cariño, ¿por qué estás haciendo estas casas abiertas?" La respuesta que me vino a la mente y salió de mi boca era absurda. "¡Porque eso es lo que hacen las esposas de un pastor!"  Respondí débilmente. "¿Dónde dice eso, cariño?" preguntó. Dan pasó a liberarme. "Hemos hecho nuestra última casa abierta. Por favor, nunca hagas nada más como una mujer de un ministerio porque crees que encaja con el perfil hecho por el hombre de la esposa de un pastor. Haz lo que Dios te ha dado y te ha llamado a hacer ─punto ─y jamás te disculpes con nadie por hacerlo. " No tengo el don de la hospitalidad, pero en cada iglesia en la que hemos servido, ha habido mujeres que lo hacen y se deleitan en usar ese don para Él.

¿Qué te gusta hacer? ¿Qué te energiza? ¿Cuál es la pasión de tu corazón? ¿Qué dones y habilidades ven los demás en ti? ¿Qué creó Dios en ti para hacer? Pídele que haga claro su plan para tu vida. Confía en Él con todo tu corazón. Somete tu voluntad a la Suya, y elige ahora caminar por las puertas que Él abra.

Vamos a orar

Padre, Te alabo porque estoy hecha a Tu imagen. Por favor ayúdame a vivir la vida sobre la base de esa verdad y no sobre las mentiras del mundo. Enséñame cómo verme a mí misma a través de Tus ojos.

En el Nombre de Jesús,

Amén.

Ahora es Tu Turno

He aquí tu tarea para la semana. Lee Salmos 139 al menos una vez al día. En tu diario, escribe cada versículo en tus propias palabras. Al final de la semana, saca tiempo para celebrar quién eres en Cristo. Ten una fiesta de alabanza ─solo tú y Dios ─o invita a algunas buenas amigas que te acompañen a celebrar lo especial que eres para Él.

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Traducción:  Norma Galvis

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