Buscando Luz en Días Grises
La Verdad de Hoy
El
ojo es la lámpara del cuerpo. Entonces, si tu ojo está sano, todo tu cuerpo
estará lleno de luz. (Mateo 6:33,
ESV). Versión Estándar en Inglés, traducción personal.
Entre Amigas
Una mirada por la ventana reveló que sería otro día sombrío. Tres en fila,
tal vez cuatro. Me cansé de eso. Escaneé de este a oeste y noté que una gruesa
banda de nubes grises de lluvia cubría cada pedazo del típico cielo azul de
Colorado, eclipsando cualquier esperanza de calor una vez más. Aunque era solo mediados
de octubre, los dulces días del verano se sentían a un millón de kilómetros de
distancia. Ya echaba de menos las tardes que pasé descansando en el porche con
un libro o mi computadora portátil, así como las siestas ocasionales bajo el
sol. Sólo un largo tramo de invierno quedaba por venir.
Después de vivir en Colorado durante casi veintidós años, me he
acostumbrado a la luz del sol más a menudo. Rara vez el clima hace una
aparición prolongada. Y cuando lo hace, las tormentas se precipitan sobre las
montañas y luego salen a las llanuras tan rápido como llegaron.
Aun
así, el invierno es duro para mí. No es el clima o la temperatura tanto como la
falta de luz. Aunque Colorado cuenta con trescientos días de sol al año, el
invierno acumula los días más grises, sin mencionar las horas reducidas de luz
solar. Esto se filtra en mi piel y altera mi estado de ánimo, haciéndome más
difícil mantenerme positiva, esperanzada y llena de gozo. Es tonto, por
supuesto, porque sé que dentro de un día o una estación el sol volverá a
aparecer. Pero, por el momento, parece que la penumbra nunca terminará.
Lo
mismo podría decirse del flujo y balance de la vida ordinaria. Podemos
experimentar las cálidas estaciones de verano llenas de alegría, calidez y
esperanza. Durante estos tiempos prolongados, ya sea unos pocos días o unos
pocos años, es difícil imaginar el peso de los días grises. Con el sol
calentándonos con posibilidades, la oscuridad se mantiene a raya.
Pero
luego llega la temporada gris. Y muy a menudo dura mucho más tiempo de lo que
podemos soportar. Meses, semanas, años. Un día gris se convierte en otro, hasta
que nos cansamos tanto que dejamos de soñar con el sol.
Sin embargo, Jesús nos recordó que la plenitud ─plenitud emocional,
física y espiritual ─comienza con un buen par de ojos. Ojos que son capaces de
ver no solo lo obvio, sino lo oculto. La visión espiritual mira más allá de
lo que está justo delante de nosotros para ver lo que no puede ser visto:
el sol sentado fielmente al otro lado del gris, un Dios todavía presente,
todavía activo, incluso en medio de una tormenta.
Si tú y yo queremos tener una vida llena de luz, debemos desarrollar el tipo
de ojos que ven la verdad cuando no podemos sentirla, y creer la promesa de
Dios que va a estar con nosotros cuando Él se siente lejano. Aunque no veamos
nada más que tristeza, la Luz brilla todavía.
Vamos a Orar
Amado Señor, es
fácil para mí sentirme superada por todo lo que está mal con esta vida, las relaciones
que me causan tristeza y las circunstancias que me causan dolor. Cuando me
permito ser consumida con todo lo gris, pierdo de vista tu gloriosa luz. Ilumina
mi vida con tu sabiduría y presencia. Abre mis ojos para que yo pueda ver lo
que tú ves. Y, de este modo, experimentar una vida llena de tu luz.
En el Nombre de
Jesús,
Amén.
Ahora es tu
Turno
Hoy comprométete
a ver cada tarea, persona, circunstancia, y evento con ojos que están en busca
de luz. A pesar del clima, haz una lista de cada destello de la presencia y la
gloria de Dios que encuentres.
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Girlfriends
La narradora de
historias de corazón, Michele Cushatt
escribe y habla sobre la necesidad de perseverar, el liderazgo y la fe en los
lugares difíciles. Tres veces sobreviviente de cáncer y madre para niños “de
lugares difíciles,” Michele es una (renuente) experta en dolor, trauma y en
nuestra profunda necesidad humana de tener una conexión real. Ella vive en
Colorado con su esposo y sus seis hijos, con edades entre 11 y 26. Busca más de
Michele en www.MicheleCushatt.com.
Traducción: Norma Galvis.
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