Problemas de Princesas
La Verdad
de Hoy
Entre
Amigas
Mi amiga Ellen es una maestra de preescolar que regularmente lidia con niños
pequeños facultados y privilegiados que saben cómo agrandar algunos asuntos
menores y hacer unos cuantos berrinches graves.
¡Quiero el crayón rojo, pero
Tommy lo tiene!
No me estoy comiendo esto porque
tiene queso blanco. Sólo me gusta el queso amarillo.
¡Quiero ir primero!
Tengo permiso. Tú no eres mi jefe
La señorita Ellen llama a estas pequeñas aventuras "problemas de
princesas", y hace todo lo posible por redirigir amorosamente el corazón
de cada quejumbroso joven hacia la realidad de sus bendiciones y hacia la
virtud de la paciencia, el desinterés, la bondad, el compartir, etc.
Difícilmente pasa un día en que el reino de su aula de niños no esté
inundado de problemas de princesas. Los arrebatos son comunes. La mayoría son
problemas simples de abordar, pero ocasionalmente pueden convertirse en un
campo minado de caos complicado que interrumpe un momento especial.
Mientras reflexiono sobre esto, se me ocurre que, aunque soy adulta,
tengo mi propia cuota de problemas de princesas. A veces me pongo nerviosa y me
preocupo por cosas que no tengo que pensar dos veces. Le doy mucha importancia a situaciones que no
tienen consecuencias eternas solo porque puedo sentirme temporalmente molesta u
ofendida.
No puedo creer que tenga que
volver a ir al supermercado. ¡Esta es la tercera vez esta semana!
Les tomó más de una hora cambiar
el aceite en mi automóvil hoy. ¡Más de una hora!
El sermón del pastor fue
demasiado largo y la música estaba fuerte.
En el Antiguo Testamento, Daniel podría haberse quejado de sus problemas.
Pero no lo hizo. Ni siquiera cuando se enfrentó a una muerte inminente cuando
fue arrojado a un foso de leones. En cambio, permaneció dedicado a Dios y honró
al Señor mientras servía humildemente al rey que destruyó brutalmente su ciudad
natal y lo llevó a él y a sus amigos, cautivos a Babilonia.
En el Nuevo Testamento, el apóstol Pablo sufrió dificultades extremas
durante sus viajes misioneros. Fue atacado por turbas asesinas, golpeado,
traicionado, azotado, arrestado, tuvo hambre, naufragó tres veces y fue mordido
por una víbora ... ¡todo mientras servía a Dios! ¿Lindo, cierto? A pesar de que
tenía todas las razones terrenales para quejarse sobre las cosas por las que
pasó, Pablo no lo hizo. Por el contrario, escribió una carta sobre la alegría y
la perseverancia para alentar a los creyentes en la iglesia de Filipos desde la
prisión. Alentó a los demás en lugar de quejarse del desastre por el que había estado
pasando y, a pesar de las limitaciones por las que estaba limitado.
¡Ah! Perspectiva.
Sí. Soy hija del Altísimo, Rey de Reyes. Una noble princesa en el reino
de Dios con una herencia infinita y encantadora. Sin embargo, no estoy
facultada para quejarme y protestar por las pequeñas molestias. ¡Ni siquiera por
las grandes!
Punto.
Los problemas de la princesa no vuelan con Dios. No hay escapatoria.
Pablo escribió acerca de esto mismo en esa carta que envió a los
filipenses.
Háganlo todo sin quejas ni contiendas, para que sean intachables y puros,
hijos de Dios sin culpa en medio de una generación torcida y depravada. En ella
ustedes brillan como estrellas en el firmamento, manteniendo en alto la palabra
de vida. (Filipenses
2: 14-16a)
Imagina lo que pensarían nuestros seres queridos y compañeros de trabajo
si tú y yo realmente viviéramos estos versículos. Si dejamos de quejarnos. Si
elegimos ser fieles y puros adoradores que confían en la soberanía de Dios en
los inconvenientes, incomodidades, e incluso los peores momentos.
¿Cómo sería para ti y para mí aferrarse firmemente a la palabra de vida
... brillar en lugar de escupir?
Vamos a hacer un trato. Tu y yo. La próxima vez que naufraguemos en
nuestra propia imaginación y comencemos a ahogarnos en los pequeños dramas de
nuestra propia creación, vamos a enderezar nuestras tiaras torcidas y a pedirle
a Dios que ajuste nuestras actitudes torcidas. Al hacerlo, avanzaremos en la fortaleza,
dignidad y alegría de Jesús.
En Su gracia, Jesús calma nuestros problemas de
princesas y nos purifica para brillar como estrellas en el cielo para la gloria
de Dios.
Vamos a orar
Santo Padre, por favor perdóname por las veces
que me pongo nerviosa y reacciono de manera exagerada por cosas que o
importan. Perdóname, también, cuando
fallo en confiar en Ti en las pesadas y duras pruebas. Quiero ser una mujer que vive con la
fortaleza, la alegría y la dignidad de Jesús. Ayúdame a brillar para Ti hoy,
Señor.
En el Nombre de Jesús,
Amén.
Ahora es tu
turno
Lee Filipenses 4:1-9. Advierte la paz disponible para los creyentes
que ejercitan la fe y elige pensar y comportarte como se nos ha instruido a
pensar y comportarnos.
Ora por las
tensiones específicas de tu corazón que pueden estar terminando de desequilibrar
tu tiara.
Más de las
Chicas GiG
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Traducción: Norma Galvis
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