Cuando las Tentaciones son Difíciles de Resistir
La Verdad
de Hoy
Entre
Amigas
Era un día ventoso de invierno. Nuestros tres perros necesitaban estirar
sus patas y tener un poco de tiempo de juego afuera, así que los dejé salir a pasear
libremente en nuestro patio trasero cercado. Una hora después, mi esposo me
preguntó dónde estaban los perros.
"En el campo", le contesté.
“¡Cariño, el viento abrió esa puerta de par en par y solo Rocky está en
la cubierta! ¿Hace cuánto tiempo los dejaste salir?”, Preguntó.
“¡Hace una hora!” Exclamé, mientras los sentimientos de ansiedad se
deslizaban en mi corazón.
Agarrando nuestras chaquetas y nuestros zapatos, Brad y yo salimos
corriendo y comenzamos a recorrer el vecindario buscando a nuestros dos
pequeños perros fugitivos.
"¡Roman! Steeler! ¡Vengan!” Gritamos sin cesar en el mordaz viento.
Después de cubrir varias cuadras de nuestro vecindario, sin haber visto
rastro de nuestros perros, corrí a casa para buscar mi carro. Mientras Brad
seguía buscando a pie, empecé a conducir y a llamar a Roman y Steeler desde mi carro.
Mi estómago estaba hecho nudos, mi corazón estaba lleno de dolor, y mi mente se
arremolinaba con anhelos y oraciones para que nuestras muy amadas mascotas
regresaran a casa. ¡Por favor, cuídense
perritos! Por favor, Señor, ayúdanos a encontrar a nuestros perros.
Buscamos y buscamos. Nada de perros.
¡Nuestro número de teléfono está
en sus etiquetas de identificación! Pensé. Tal vez
alguien los vio vagar y los llevó a su casa para llamarnos.
Conduje a casa rápidamente para revisar nuestro correo de voz. No había
correo de voz.
Decidí quedarme al lado del teléfono por si alguien llamaba. Brad
continuó buscando conduciendo a través de nuestra urbanización y los
vecindarios adyascentes. Después de un largo rato, regresó ... sin Roman y
Steeler.
Estábamos quebrantados. Aunque habíamos estado orando para que el Señor
nos ayudara a encontrar a nuestros perros todo el tiempo, con los corazones abatidos
oramos un poco más.
Y esperamos.
Más de tres largas horas después de que los perros se hubieran escapado,
sonó nuestro teléfono. La esperanza saltó a mi corazón cuando escuché la
pregunta al el otro extremo de la línea: "¿Usted tiene dos perros
perdidos?"
"¡Sí, señora! Sus nombres son Roman y Steeler! ¡Los hemos buscado
por todas partes! ¿Están con usted?”
"Sí lo están. Los vi jugar afuera en la calle y pensé que debían
pertenecer a alguien, así que los llamé. Corrieron directamente hacia mí y los
tengo en mi casa. Ambos están un poco sucios y un poco asustados, y el pequeño
está cojeando un poco ... pero están a salvo ", dijo ella.
Los cielos se separaron y los ángeles aparecieron en las nubes cantando,
"¡Aleluya!" mientras salté para agarrar un bolígrafo para anotar su
dirección.
¡Estaban a salvo! ¡Gracias
Señor!
Roman y Steeler habían recorrido más de una milla de nuestra casa.
¡Más de una milla! (aprox. Kilómetro y medio).
Los recogimos de la casa de la amable mujer tan rápido como pudimos y nos
regocijamos en su regreso a casa. Necesitaban ser limpiados, cuidados y abrazados.
Y eso es exactamente lo que hicimos: limpiarlos, cuidarlos y abrazarlos. ¡Oh,
cómo los abrazamos! Y mientras hablaba con palabras dulces y reconfortantes a
mi pequeño perro cojo, no se me perdieron ... los paralelos entre ellos y yo.
Entre ellos y todos nosotros los vagabundos.
Dios ha establecido límites en Su Palabra. Son hermosos límites que
rodean los espacios abiertos de Su bendición, cuyo propósito es darle la gloria
a Él, permitiéndonos prosperar en la vida y mantenernos a salvo de cualquier
daño. Sin embargo, vagamos. Oh, cómo vagamos ... a través de tantas puertas distintas
de la tentación.
¿Cuál es tu puerta abierta de la tentación? ¿Es la preocupación, el
temor, o la duda? ¿Es la comida, el alcohol, las compras, el dinero o un tipo bien
parecido que tiene que estar fuera de tu radar? Todo el mundo enfrenta las
tentaciones, y si bien, ser tentado no es un pecado, ceder a la tentación sí lo
es. Jesús mismo enfrentó la tentación y demostró que debemos pedirle ayuda a
Dios. No
permitas que cedamos ante la tentación. (Mateo 6:13, NTV)
Promesa de Liberación
¿Qué debemos hacer cuando enfrentamos la tentación? Debemos clamar al
Señor. Dios promete darnos una salida a cualquier tentación. Ustedes no han
sufrido ninguna tentación que no sea común al género humano. Pero Dios es fiel,
y no permitirá que ustedes sean tentados más allá de lo que puedan aguantar.
Más bien, cuando llegue la tentación, él les dará también una salida a fin de
que puedan resistir. (1
Corintios 10:13)
Debido a que él mismo (Jesús)
sufrió cuando fue tentado, él puede ayudar a aquellos que están siendo tentados. (Hebreos 2:18)
El viento había soplado fuerte el día de nuestro drama con los perritos.
Nuestros dos peludos amigos habían sido seducidos por las tentaciones de una
puerta abierta. Cedieron ─ignorando los límites que habían sido establecidos
para su seguridad y bienestar ─y se aventuraron a salir a un territorio
peligroso donde los carros bruñían y otros peligros acechaban. Afortunadamente,
llegaron a casa a salvo. Somos plenamente conscientes de que el resultado de su
rebelión podría haber terminado horriblemente.
Amiga, tenemos que estar en alerta máxima. Las
puertas se van a abrir. Las tentaciones van a venir y tenemos que estar listas
para huir de ellas. Dios nos dará la fortaleza para resistir a cada una ─si
nosotras pedimos Su ayuda.
ENTONCES... ¡Vamos
a huir hoy! No de las cercas de protección de Dios, sino de la puerta de la
tentación.
Vamos a huir de cualquier puerta que se abra de
portazo. Y vamos a orar para que el
Señor nos guarde de ceder a la tentación.
Vamos a orar
Amado Señor, por favor perdóname por las veces
que me alejo de Tu plan para mí y cedo a la tentación. Enséñame tus caminos. Guíame para tomar decisiones que te den gloria
y que me permitan experimentar la vida que Tú diseñaste para que yo viva. En el nombre de Jesús, Amén.
Ahora es tu
turno
¿Cuáles son las puertas de la
tentación? ¿Qué es lo mejor de Dios con respecto a esas tentaciones? ¿Crees que
los límites de Dios son para tu bien? ¿Por qué sí o por qué no?
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Traducción: Norma Galvis
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