Cuando la Herida es Horrible
La Verdad de Hoy
Entre Amigas
Danita
experimentó una pérdida trágica. Su
esposo Dave era un oficial militar destinado a Pearl Harbor en Hawai. Un ávido corredor, él era la imagen de la
buena salud. Más de un metro ochenta de
estatura, su complexión atlética y bronceada nunca dejó de impresionar a
Danita.
Como
cualquier otra pareja casada, tenían sus problemas, pero se esforzaron por
vivir juntos como uno solo. Al principio
de su hogar se rindieron al Señor. La
fe, la amistad y la diversión fueron los cimientos de su hogar y el cemento que
los mantuvo unidos durante los tiempos difíciles.
En
octubre de 2003, Dave había estado luchando con algunos problemas de rendición
espiritual sobre la posible reubicación de su familia. En su servicio de la iglesia el miércoles por
la noche, Dios se apoderó del corazón de Dave, y no podía esperar para contarle
a Danita al respecto. Cuando se sentaron
después de acostar a las niñas, él le dijo que había entregado completamente a
Dios los detalles de sus nuevas órdenes y que finalmente estaba en paz.
A la mañana siguiente, Dave se despertó antes del sol y comenzó su rutina matutina mientras Danita dormía. Justo antes de irse a trabajar, Dave besó tiernamente a Danita. Cuando sus labios se encontraron, susurró, "Adiós. Te amo, bebé ", luego salió por la puerta.
Si solo Danita hubiera sabido que ese sería su
último beso. Ella lo habría acercado, lo
habría abrazado fuertemente y habría mirado sus asombrosos ojos azules. Ella
habría dado un profundo respiro para llenar sus sentidos con el aroma de su colonia,
habría aprovechado su presencia, y saboreado su calor. Ella le habría dicho que amaba ser su esposa y
que estaba lista para su próxima gran aventura juntos.
Cuando sonó el teléfono a las 7:30 a.m., Danita se sobresaltó. Parecía un poco temprano para que sonara el teléfono. Una secretaria de la base naval dijo: "¡Dave se ha desplomado! ¡Han llamado al Servicio de Emergencias, y necesitamos que te reúnas con ellos en el hospital!
Las
palabras traspasaron el corazón de Danita.
El
viaje al hospital fue rápido. Entró
corriendo a la sala de emergencias, solo para descubrir que la ambulancia aún
no había llegado. Mientras corría de
vuelta al estacionamiento, un pasaje de las Escrituras inundó su mente. Danita
comenzó a decir en voz alta el Salmo 63.
Tan
pronto como pronunció las palabras, " tu amor es mejor que la vida, por
eso mis labios te alabarán", Danita sabía en su corazón que Dave se había
ido. Su alma lo sintió.
Minutos después, una el chillido de una sirena anunció la llegada de la ambulancia. Cuando los médicos llevaron a Dave a la sala de emergencias y trabajaron frenéticamente para resucitarlo, Danita se precipitó a su lado. Una enfermera de la sala de emergencias la apartó e insistió en que se sentara en la sala de espera.
Los amigos llegaron, pero Danita no podía hablar. Se sentó silenciosamente, mientras cada fibra
de su ser gritaba: ¡Esto no puede estar
sucediendo! Dave es una roca. Es un
hombre sano. ¡Es demasiado joven para morir! Señor, ¡por favor no lo dejes
morir!
En poco tiempo, llamaron a Danita a la parte de atrás, donde un médico de la sala de emergencia le dijo que Dave había muerto. El peso de esas palabras la golpeó con el impacto de un disparo de bala a quemarropa.
Le pidió a su mejor amiga que regresara con ella a la habitación donde Dave acababa de ser declarado muerto. Danita le habló a su marido con sollozos temblorosos mientras su cuerpo yacía sin vida. Tocó su piel. La calidez se había ido. Lo besó en la mejilla y le sostuvo la mano una última vez. Dave estaba con el Señor ahora.
Danita
necesitaba aire fresco. Necesitaba
pensar, orar y llorar.
Todo
parecía tan loco. Ella había llegado al
hospital como una mujer felizmente casada y estaba saliendo como una viuda
desconsolada. Ella navegó a través de la niebla de amigos de apoyo, se dirigió
a su automóvil y se dirigió a casa.
El
viaje a casa fue algo difícil de soportar para Danita. El sol brillaba intensamente mientras pasaba
frente a automóviles llenos de personas que seguían a la velocidad de la vida
mientras su vida se detenía.
Una vez en casa, se dirigió directamente a su habitación. Le clamaba a Dios: "¿Cómo le voy a decir a Kelsey que nunca va a volver a ver a su papá?" Y Él le respondió. Un devocional que había estado leyendo la noche anterior estaba abierto en la mesita de noche. Resaltadas en la página estaban las palabras en el Salmo 16.
Tan devastador como fue la muerte de Dave, había algo especial en la seguridad que su alma sentía mientras sollozaba. La Palabra de Dios atendió a su hambre desesperada. Una extraña paz la abrazó. A pesar de las circunstancias, su alma estaba extrañamente satisfecha. Ella no estaba sola. Sabía que su Señor no la había abandonado.
Él
estaba con ella en la cama mientras ella lloraba.
Él
estaba con ella en el piso de madera cuando ella cayó a llorar.
Él
estaba con ella en este tiempo de quebrantamiento.
El
apetito de Danita por la provisión de Dios se ha disparado. Ella jamás había conocido una mayor necesidad
de que la fortaleza de Dios viniera a su lado en su debilidad. Para
que Su esperanza viniera a su lado en su desesperación. Para que Su paz reemplazara sus temores.
A
través de todo esto, Danita ha sentido el gran alcance, la compasión, y los
brazos amorosos de Dios abrazándola en cada momento doloroso. Él la ha consolado cada vez que ha clamado a
Él hundida en la desesperación.
El
Señor es consciente de tus circunstancias y de tus necesidades también. Las Escrituras nos muestran una y otra vez
que Dios oye el clamor de Sus hijos. “Los
justos claman, y el Señor los oye; los libra de todas sus angustias.” (Salmos 34:17)
¿De
qué tienes hambre hoy? Dios anhela ser
tu porción, satisfacer tus necesidades escenciales, ser fuerte en tu debilidad,
y satisfacer tu hambre más profunda. “Dichosos
los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.” (Mateo 5: 6).
Vamos a orar
Amado Señor, por favor enséñame a confiar en Ti incluso cuando las tormentas inesperadas de la vida lleguen. Ayúdame a recordar que Tú estás cerca, escucha mis clamores, y que estés conmigo y para mí.
En el Nombre de Jesús,
Amén.
Ahora es tu turno
Lee Salmos 16 y Salmos 63: 1-8.
Toma tu diario y escribe algunos versículos que necesites conocer y
recordar.
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Traducción: Norma Galvis
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