La Manera más Poderosa para Orar
La Verdad de Hoy
Cualquier cosa que ustedes pidan en
mi nombre, yo la haré; así será glorificado el Padre en el Hijo. (Juan 14: 13, NIV)
Entre Amigas
Hace varios años, estaba de camino a casa de
hacer algunas diligencias. Cuando me
acercaba a nuestro vecindario, mi celular sonó.
"Hola mamá. Es Kennedy. ¿Dónde
estás?"
"¡Hola, nena! Hice algunas diligencias y estaré en casa en
solo unos minutos. ¿Qué pasa?"
"Bueno, quería ver si tú y yo podríamos
ir a comprar un traje de baño nuevo esta tarde y ─no digas que no, me gustaría ponerme una pluma en el pelo.
¿Podemos, mamá?
Oh. No.
Ella. ¡No!
¿No
digas que 'no'? Pensé. ¿En serio? Vamos chica. Soy la madre. Tú eres la hija. Contrólate.
"Cariño, estamos
a varias semanas de la temporada de natación. No estoy segura de que hoy sea un buen día
para todo esto. Eres libre de compartir tu
corazón conmigo y contarme tus deseos, pero no puedes decirme a qué puedo y no
puedo decirle que no. Estoy entrando al
vecindario ahora y te veré en un minuto ".
Más tarde, al considerar la manera en que mi
hija se posicionó para su petición, mi corazón saltó con convicción. ¿Con qué
frecuencia me acerco a Dios con una solicitud envuelta en una demanda para que
él no me diga que no?
Jesús les dijo a sus discípulos que podían
pedir cualquier cosa. Incluso dijo que
cuando le pedimos en Su nombre, lo que pidamos nos será dado.
"Ciertamente les aseguro que el que cree en mí
las obras que yo hago también él las hará, y aun las hará mayores, porque yo
vuelvo al Padre. Cualquier cosa que
ustedes pidan en mi nombre, yo la haré; así será glorificado el Padre en el
Hijo. Lo que pidan en mi nombre, yo lo
haré." (Juan 14:12-14).
Consideremos el
contexto aquí. Cuando Jesús dijo: " Lo que pidan," no fue una invitación
abierta a que la voluntad del hombre reinara. Fue una invitación para que el hombre
participara en la voluntad de Dios a través de la oración. Se trataba de nosotros pidiendo cosas que le
van a dar gloria a Dios el Padre. Pedir "en mi nombre" tiene todo que
ver con que la voluntad de Dios sea hecha en la tierra como en el cielo ─no con
el capricho de la humanidad.
¿Está Dios obligado a responder nuestras
oraciones de la manera que queremos que lo haga? No, no lo está.
¿Quiere Dios que tengas una casa de un millón
de dólares y conduzcas un Lexus? No es seguro.
¿Quiere Dios que seas sana de ese
diagnóstico, enfermedad o desafío físico? Posiblemente.
¿Él es capaz? Sí.
No conozco el plan exacto para tu vida, pero lo que
sí sé es esto: Dios es un Dios bueno y
fiel. "Las obras de sus manos son fieles y justas;
todos sus preceptos son dignos de confianza, inmutables por los siglos de los
siglos, establecidos con fidelidad y rectitud." (Salmos
111: 7-8).
Cuando se trata del
carácter de Dios, la fidelidad no significa que Él siempre vendrá a nosotros de
la manera que esperamos. Significa que
verá Sus planes hasta el final, que Él guardará Sus promesas, que Él continuará
obrando en nuestras vidas para nuestro bien supremo ─no necesariamente nuestra
felicidad inmediata.
Si pensamos que Dios no puede decirnos que no,
entonces nos hemos puesto a nosotras
mismas en el trono y no a Dios.
La oración
no se trata de hacer que Dios haga lo que queremos que haga; se trata de
liberar la voluntad de Dios en la tierra como en el cielo (Mateo 6:10). Él
no cambia su forma de pensar y no es el genio de la lámpara cuyo deseo es
nuestro mandato. Dios es Dios ─y Él es
fiel, sin importar en qué dirección Él se mueve.
Realmente amo a mi
hija. Pero solo porque ella me pide algo
no significa que voy a concederle su petición. La amo demasiado para eso. Dios es nuestro Padre celestial. Nuestro padre. Él quiere hijos maduros, hijos sabios. No hijos malcriados. Él nos ama demasiado para eso.
Incluso Él le dijo
"No" a Su propio Hijo con el fin de cumplir Su gran propósito. En la noche en que fue traicionado, Jesús
estaba angustiado al punto de sudar sangre en le Jardín de Getsemaní. Clamando a Dios, “se arrodilló y empezó a
orar: «Padre, si quieres, no me hagas beber este trago amargo; pero no se
cumpla mi voluntad, sino la tuya»."(Lucas 22:
41-42).
Dios le dijo que no a Jesús porque el pedido de su Hijo no se alineaba con Su
voluntad. Y porque Dios dijo que no, tú y yo podemos experimentar la
gracia, el perdón, la paz y la salvación. Para que Dios fuera glorificado en Su vida,
Jesús tuvo que someterse a la voluntad del Padre. Para que Dios sea glorificado en nuestras
vidas y para que nuestras oraciones sean poderosas, nosotros también debemos
someternos a la voluntad del Padre ─y Su voluntad siempre es lo mejor para
nosotras porque Él es fiel.
A veces las heridas de la vida nos dejan
tambaleantes.
A veces Dios permite pruebas y tentaciones
que parecen insoportables.
Incluso en tiempos difíciles y cambiantes,
Dios sigue siendo el mismo y se puede confiar en él. Debemos elegir confiar. Y
esa elección está directamente relacionada con la promesa de bendición.
"Oh Señor Todopoderoso, bendito es el hombre que confía en ti" (Salmos
84:12)
No importa por lo que estés orando, puedes
confiar en Dios, sea que Su respuesta sea “Sí” o “No”.
Vamos a orar
Amado Señor, El Único Fiel, Tú eres
mi Padre y yo sé que tienes un plan para mí.
Por favor sujétame a Tu voluntad y enséñame el deseo de Tu corazón por
encima de todo lo demás. Ayúdame a aferrarme
inquebrantablemente a la esperanza que profeso, sabiendo que Tú eres fiel (Hebreos 10:23).
En el Nombre de Jesús,
Amén.
Ahora es tu turno
A pesar de nuestros caminos errantes, Dios permanece firme. Lee y reflexiona en el siguiente versículo: “si
somos infieles, él sigue siendo fiel, ya que no puede negarse a sí mismo.” (2 Timoteo 2: 13). ¿Cómo
te anima este versículo? ¿Has estado orando para que el Señor responda de
acuerdo con Su voluntad o de acuerdo con la tuya?
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Traducción: Norma Galvis
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