El Bumerán del Aliento



Agosto 17, 2018

El Bumerán del Aliento


La Verdad de Hoy

Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda consolación, quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que, con el mismo consuelo que de Dios hemos recibido, también nosotros podamos consolar a todos los que sufren. (2 Corintios 1: 3-4, NVI).


Entre Amigas

Has oído el viejo dicho, “lo que se va, vuelve.”  Palabras más verdaderas jamás se han pronunciado cuando se habla de aliento.  Todos necesitamos estímulo –especialmente durante los tiempos difíciles.  Esos tiempos “difíciles” pueden llegar en todas las formas, tamaños y pueden variar de una persona a otra.

Tenemos un hijo que es conocido por correr con fiebre extremadamente alta, caminar con un pie roto, y tener un dolor de cabeza que me pondría en cama... todo sin una palabra de queja.  Los médicos siempre se han asombrado ante el alto nivel de tolerancia al dolor de este niño.  Tenemos otro hijo que es conocido por disolverse en histeria al ver una astilla incrustada en un dedo, y se pone pálido y casi se desmaya ante el simple olor del consultorio médico.  Los médicos se han asombrado ante la baja tolerancia al dolor de este niño.   La diferencia entre estos dos niños no se refleja en una reacción correcta o incorrecta.  Como una de mis amigas a menudo dice, “Es lo que es.”  Cuando cada niño está adolorido, ambos necesitan comprensión, compasión, y aliento.

Cuando pasé por mi primera y más grande batalla contra la depresión clínica, uno de los más preciosos grupos de alentadores fueron los ancianos de la iglesia donde mi esposo era el pastor.  Con mi permiso, Dan compartió con ellos lo que estábamos lidiando y les pidió oración.  Ellos oraron.  Pero estos hombres no pensaron que la oración fuera suficiente.  Esos increíbles ángeles querían hacer más al poner pies y manos en esas oraciones y no pararon hasta que idearon un plan de rescate para mí.

Nuestra iglesia tenía cinco servicios cada fin de semana y debido a que yo estaba tan frágil emocionalmente, jamás sabía a cuál servicio sería capaz de asistir hasta que estaba en camino.  Dan retransmitía el mensaje que yo estaba llegando, y los ancianos entraban en acción.  Uno se reunía conmigo en el automóvil y me escoltaba adentro.  Otro mantenía un ojo sobre mí durante el servicio en caso de que necesitara ayuda.  Nuestro auditorio tenía tres pasillos principales.  Un anciano caminaba por esos pasillos antes y después del servicio, observando y esperando.  Muchas veces, el anciano ponía una nota de aliento en mi mano mientras pasaba el plato de la ofrenda.  Si él sentía que yo estaba en problemas o que estaba atrapada en una conversación drenante, él se venía en picada, me tomaba del brazo y decía, “excúsenos, por favor. Necesitan a Mary en otro lugar.”  Entonces me llevaba a mi carro, me abrazaba y me decía, “Estamos orando por ti.  Te amamos.  Ve a casa.”  Lo sé.  ¡Era asombroso!  Su aliento fue también un factor principal en mi recuperación.

La razón por la que estos hombres especiales me animaban fue porque Dan y yo tomamos la decisión de compartir mi dolor –abierta y honestamente.  Al hacerlo los invitamos a entrar a mi vida.  Ahora que estoy al otro lado de ese hoy, recuerdo el amor y el aliento que me dieron –y estoy motivada para alentar a otros. Es el círculo de aliento de Dios.  Sin embargo, hay otra verdad muy importante aquí y no quiero que nos la perdamos.

Hay quienes sufren solos y en silencio, incapaces de reunir el coraje para compartir su dolor y no abogan por hacer sonar la alarma en su nombre.  Creo que Dios no solo nos da el discernimiento para ver su dolor; sino que Él también nos muestra cómo animarlos y edificarlos.  Él va a revelar maneras para ayudar al débil y ser pacientes con los corderos quebrantados que cruzan por nuestro camino... si le pedimos a Él que lo haga.

¿Estás dispuesta a compartir tu dolor con otros y a permitir que Dios los use en tu vida como una fuente de aliento?  No te pierdas la oportunidad de ser parte del círculo del aliento.

Vamos a Orar

Padre, estoy asombrada por cómo me amas a través de los demás.  Te agradezco por el don del aliento.  Ayúdame a recibir ese don y luego darlo de vuelta a alguien más que esté necesitado.  Quiero ser Tus manos y pies para quienes están heridos a mí alrededor.  Dame ojos para verlos y amarlos, Señor.

En el Nombre de Jesús,

Amén.

Ahora es Tu Turno

1.   Si necesitas aliento, piensa en dos personas con quienes puedas compartir esa necesidad y haz un plan para hacerlo.
2.   Busca gente en tu vida para animar.

Más de las Amigas GiG

El aliento es como un búmeran.  Cuando lo lanzamos correctamente, volverá a ti.  El aliento piadoso no espera una invitación para obrar.  Busca la oportunidad de obrar.


Si necesitas ayuda para aprender cómo confiar en Dios, obtén el nuevo libro de Mary, 10-Day Trust Adventure, 10 Días de Aventura en la Confianza (solo está disponible en inglés) ahora disponible en pasta dura.

Es perfecto para un estudio personal o para un pequeño grupo de estudio, este libro aborda toda decisión que tomas –y te enseña como tomar esas decisiones mientras das pasos de fe y confías en Dios.

Asegúrate de revisar los MP3S GRATIS en la página web de Mary y contacta a Mary por email o en Facebook
Traducción:  Norma Galvis

Comentarios

  1. Para recibir los mensajes: SUSCRIBIRSE, hacer clic en "No soy ROBOT" y luego buscar (posiblemente en correos no solicitados, Spam, feedburner.google.com/fb/a/myfeeds. con la G de Google...allí haz clic en

    https://feedburner.google.com/fb/a/mailconfirm?k=Q0Fg0xqKv8gC2yathSrgQs_tndA

    Para activar la suscripción.

    Bendiciones

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

La Codicia Huele Mal

Qué Tienen de Común Tú y la Mujer Maravilla