La Costra que No Quieres Dejar de Rascar



Abril 3,2019
La Costra Que No Quieres Dejar de Rascar
Sharon Jaynes

La Verdad de Hoy

“Entre ellos se encontraba un hombre inválido que llevaba enfermo treinta y ocho años. Cuando Jesús lo vio allí, tirado en el suelo, y se enteró de que ya tenía mucho tiempo de estar así, le preguntó: —¿Quieres quedar sano?” (Juan 5: 5-6, NVI)

Entre Amigas

Brooke de cinco años de edad estaba sentada en la silla trasera de una minivan mientras su mamá y yo hacíamos diligencias. “Mami,” preguntó ella, “¿Es peor rascarse una costra o rascarse la picadura de un mosquito?

“No deberías rascarte ni la una ni la otra.” Replicó su madre.

Miré hacia atrás a Brooke mientras intentaba borrar la evidencia sangrienta de que había hecho las dos cosas.

Las niñas pequeñas no son las únicas que se arrancan las costras. Nosotras lo hacemos todo el tiempo. Tal vez no arrancamos las crujientes costras marrones que se forma sobre una herida de la carne impidiendo que la piel de abajo sane. Pero muchas veces nos rascamos las amargas costras rancias que se forman sobre una herida del alma, no permitiendo que el corazón sane.

Bárbara (no es su nombre real) era una mujer así. Su rostro mostraba las líneas y arrugas de una mujer que arrastraba años de amargura y pesar. Ella no portaba cicatrices hermosas que reflejaran la historia de redención de Dios; por el contrario, su alma filtraba las heridas que ella determinadamente rascaba y decisivamente se negaba a dejar sanar.

Bárbara fue criada en un hogar “religioso,” era la menor de doce hijos. Su padre bebía mucho e hizo un deporte de denigrar de sus hijos y de su esposa. Su madre insegura siempre parecía ir en punta de pies en la vida, y hacía poco para proteger a sus hijos de su amenazante esposo. Cuando el papá de Bárbara forzaba a sus hijas a desfilar en ropa interior frente a él, su mamá permanecía temerosa en silencio.

El papá de Bárbara le contó a su hija de doce años que los primeros cuatro hijos fueron planeados, pero el resto fueron accidentes. Ella era un accidente.

Para ahorrar tiempo, muchos de los hermanos de Bárbara tomaban el baño juntos. Ella recuerda que su hermano mayor la molestaba tocándola inapropiadamente en la ducha. Varios años después, ella repitió la conducta tocando a su vecino más joven de la misma manera. Y durante treinta y tres años, Bárbara se rascaba las costras de la vergüenza y la amargura y rechazaba la invitación de Dios para sanarlas.

Hablé con Bárbara durante un largo rato mientras ella me narraba su historia. Le aseguré el perdón total de Dios y la gracia inmerecida. Le recordé los versículos de la Biblia redentores allí mismo en blanco y negro, y algunos en rojo. Hablamos sobre la necesidad de perdonar a quienes nos han hecho mal, y perdonarnos a nosotras mismas por aquellos a quienes hemos hecho mal. Hablamos sobre dejar ir el pasado y avanzar en el presente. Hablamos sobre la verdad de que cuando llegamos a Cristo, nos volvemos una nueva creación, lo viejo ha pasado y lo nuevo ha llegado. Después de casi una hora, me di cuenta que no estábamos llegando a ninguna parte.

“Escuché lo que estás diciendo,” dijo ella, “pero simplemente no puedo perdonarme por lo que he hecho, y no puedo perdonar a mi papá por hacerme de esta manera.”

Amiga, escúchame esto. Es importante. No era que Bárbara no podía a perdonar a su padre o a sí misma, era que ella no iba a perdonar a su padre o a ella misma.  No era que ella no podía dejar el pasado atrás; era que ella no iba a dejar el pasado atrás. Y entre tanto ella continuara repasando sus fechorías en el teatro de su mente, ella jamás iba a ser libre.

Mientras ella se veía a sí misma como la estrella del espectáculo, Oh, cómo se equivocó tanto, pero oh cómo lo hizo de bien, jamás iba a haber un final, un llamado a bajar el telón para el final de la historia. Como una hija que continúa rascándose una costra, Bárbara siguió rascándose las costras de su vida, sin dejar jamás que tuvieran la oportunidad para sanar.

Y Jesús le dijo al paralítico que había estado tirado en el suelo junto al pozo durante 38 años, y a mí, y a ti: “¿Quieres quedar sano?” (Juan 5: 5-6, NVI).

No sé de ti, pero más que nada quiero vivir una vida libre de amargura, resentimiento, vergüenza y condenación. Entonces cuando Dios me diga, “Quieres quedar sana,” mi respuesta siempre será sí. Pero eso significa que tengo que cooperar perdonando a quienes me han herido, y perdonándome a mí misma... deja de rascarte esa costra emocional y déjalo pasar.

¡Vamos a decidir hacer eso hoy!

Vamos a Orar

Dios, voy a admitir que a veces me rasco las costras emocionales. Repito lo que he hecho y cómo lo he hecho. No quiero hacer esto nunca más. Quiero tomar mi camilla emocional, levantarme, y caminar en libertad. Hoy perdono a __________ por________, y ya nunca más voy a guardaré la ofensa en contra del ofensor. También acepto tu perdón por mis pecados ______________, y ya nunca más voy a vivir en vergüenza y condenación.

En el Nombre de Jesús,

Amén.

Ahora es tu turno

Vuelve y lee Juan 5:1-14 ¿Cuáles cambios tenía que hacer el hombre en su vida si fuera sanado?

¿Alguna vez dijo el hombre que quería ser sano?

¿Por qué crees que a veces preferiríamos permanecer emocionalmente enfermas en lugar de ser sanadas?

¿Cuáles cambios tendríamos que hacer en nuestras vidas si dejáramos ir las ofensas pasadas y la vergüenza pasada?

Más de las GiGs

Es tiempo de dejar ir algunas cosas... de levantarse de esa camilla.

En In Take Hold of the Faith You Long For: Let God, Move Forward, Live Bold, Aférrate a la Fe que Anhelas: Deja Ir, Avanza, Vive Audazmente! Revela las razones más comunes por las que nos quedamos atascadas en nuestra fe cristiana. Te muestro cómo liberarte de todo lo que te retiene, cómo avanzar con todo lo que Dios promete, y vivir una fe aventurera de creer audazmente. Es tiempo de dejar atrás los sentimientos de inferioridad, inseguridad, y insuficiencia que te mantienen cautiva y se apoderan de la fe que mueve montañas que Dios pretende. Vamos a descubrir los recursos sin explotar de la confianza y la valentía, y a ver cómo moverse de simplemente conocer la verdad a realmente vivirla audazmente en una vida marcada por la verdadera libertad y expectación. ¡Es tiempo de DESATASCARSE! (Incluye una Guía de Estudio Bíblico para grupos o para un estudio individual.)


Traducción:  Norma Galvis

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