Simplemente Hazlo



Febrero 5, 2019
Simplemente Hazlo
 Arlene Pellicane

La Verdad de Hoy

Supongamos que uno de ustedes tiene un siervo que ha estado arando el campo o cuidando las ovejas. Cuando el siervo regresa del campo, ¿acaso se le dice: “Ven en seguida a sentarte a la mesa”? ¿No se le diría más bien: “Prepárame la comida y cámbiate de ropa para atenderme mientras yo ceno; después tú podrás cenar”? Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les ha mandado, deben decir: “Somos siervos inútiles; no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber”».. (Lucas 17: 7-8, 10 NVI)    

Entre Amigas

Fue una batalla sobre los pies.

Le dije a mi hija pequeña que tenía que lavarse los pies en la bañera. Ella se quejó. Gimió. Protestó.

Le expliqué que era una solicitud razonable que le iba a tomar dos minutos. Habrías creído que le pedí que limpiara toda la casa de arriba abajo.

Unos días después, para mi completa sorpresa, no se quejó en absoluto de lavarse los pies. En su lugar, simplemente fue al baño, abrió el agua y metió los pies.

Exclamé: "¡Bien hecho! ¡Me obedeciste enseguida sin quejarte!

Estaba feliz de alabar a mi hija por mejorar su actitud y comportamiento, pero cuando piensas en esto, simplemente estaba cumpliendo con su deber. Realmente no fue tan extraordinario. Hace unas generaciones, dudo que una madre se hubiera sorprendido o encantado con un niño que siguió las instrucciones para lavarse. Ella no habría esperado nada menos.

Vivimos en una sociedad donde los niños son muy elogiados por cumplir con sus deberes. ¡Guau, limpiaron sus propios platos! Wow, se fueron a la cama cuando se les pidió! ¡Guau, le dieron las gracias al mesero!

Como adultos, podemos tener esta misma actitud. Podemos esperar reconocimiento, elogios, galardones y premios simplemente por cumplir con nuestros deberes. Nuestro versículo clave pinta la imagen de un día normal en la vida de un sirviente y su amo. Se espera que los sirvientes hagan la voluntad de sus amos o empleadores. Su trabajo no es un favor; es un servicio requerido. Por lo tanto, si un sirviente había estado trabajando todo el día cuidando las ovejas, y llegaba a la hora de la cena, él simplemente no se recostaba para descansar. Su amole diría que hiciera algo para cenar.

¿No te suena familiar esa parte de hacer la cena?

Lucas 17: 8-10 dice acerca del amo: “¿No se le diría más bien: “Prepárame la comida y cámbiate de ropa para atenderme mientras yo ceno; después tú podrás cenar”?” ¿Le daría las gracias al sirviente porque hizo lo que se le dijo que hiciera? Por lo tanto, tú también, cuando hayas hecho todo lo que se te pidió que hicieras, deberías decir: " Somos siervos inútiles; no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber.”

Jesús está aclarando nuestros roles. Nosotros somos los siervos y Él es el amo, no al revés. Cuando obedezco a Dios, puedo sentirme inflada y orgullosa. Me imagino ganando una "insignia de excelencia cristiana" por invitar a un amigo a la iglesia o preparar una comida para mi familia después de un largo día. Pero la verdad es que estoy cumpliendo con mi deber como siervo de Dios. El siervo de Dios busca obedecer los mandamientos de Dios sin cuestionar y sin negociar una recompensa.

¡Oh, qué clase de siervo es este!

Amigas, cuando Dios nos pide que hagamos algo, simplemente hagámoslo. Sin queja. Sin arrebatos. Sin lloriqueos. Que podamos servir alegremente a Jesús. Él es un amo que nos ha dado todo lo Suyo.

Vamos a orar

Amado Jesús, Tú eres mi amo y yo soy Tu sierva. Hoy te voy a servir con alegría, sin quejas ni excusas. Ayúdame a reconocer que mis deberes son como hija de Dios y acojo esas responsabilidades. Perdóname por quejarme y ayúdame a ver qué bendición puede ser servir a los demás en mi vida.

En el Nombre de Jesús,

Amén.

Ahora es tu turno

¿Si eres totalmente honesta, ves que Dios existe para servirte y satisfacer tus necesidades, o te ves a ti misma existiendo para servir a Dios?

Reflexiona sobre lo que significa en tu vida diaria que Dios sea el amo y que tú seas el siervo.

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Traducción: Norma Galvis.

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