Dolor, Esperanza y Cómo Superar los Tiempos Difíciles
La
Verdad de Hoy
¿Por qué voy
a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar? En Dios pondré mi esperanza y
todavía lo alabaré. ¡Él es mi Salvador y mi Dios! (Salmos 42: 5, NTV).
Entre Amigas
El otro día alguien me preguntó por nuestra infertilidad. Me sentí un
poco como si me preguntaran por una cicatriz antigua, una que se ha desvanecido
y se ha vuelto tan familiar que se siente más como una peca.
Esta pregunta fue parte de una entrevista de radio; el anfitrión quería
saber qué le diría a una mujer en una situación similar. Hice una pausa durante
mucho tiempo, volviendo a esos recuerdos como si fuera un baúl en el ático.
Saqué un solo recuerdo como una bufanda de colores brillantes. Lo sostuve
a la luz y observé cómo caía el polvo. La escena era una particular mañana de
navidad. Estábamos visitando a mis suegros y estaba segura de que estaba
embarazada. Salté de la cama y prácticamente me metí al baño solo para quedar
devastada de nuevo. Mi esposo me encontró y puso sus brazos alrededor de mí,
mis lágrimas empaparon su camiseta.
Pude sentir el silencio en la línea de la radio. Aclaré la garganta.
“Siente el dolor”, le dije al entrevistador, “es real. Llora las lágrimas.
Grita en la almohada. Puedes estar triste, enojada y confundida."
Luego pensé en otro recuerdo de mi vida, una mañana acurrucada bajo las
sábanas, con la Biblia en la mano, el café a mi lado. Dios me llevó al tercer
capítulo de Génesis, donde Eva es llamada la madre de todos los que viven.
Comencé a comprender en ese momento que todas las mujeres son madres porque
todas las mujeres traen vida al mundo de alguna manera. Empecé a creer que mi
historia podría ser diferente de lo que imaginaba —pero todavía podría ser
buena (y lo es).
“Siente la esperanza”, le dije al entrevistador, “es real. Abraza lo
inesperado. Confía en que la historia todavía se está escribiendo. Sé curiosa,
fuerte y valiente.”
Puede que no hayas atravesado la infertilidad, pero si estás viva en esta
tierra giratoria, entonces sabes lo que es tener problemas y angustias. Sabes
lo que es estar decepcionada, desanimada o cansada. Creo que en esos momentos
tendemos a elegir una de las opciones anteriores.
Ignoramos todo menos el dolor.
O ignoramos todo menos la esperanza.
Hacemos esto porque tenemos miedo. Pensamos que si no tenemos esperanzas,
no podremos estar decepcionados. O si no hacemos daño, el dolor no puede superarnos.
Podríamos tener algunas ideas espirituales confusas —que a Dios no le gustan ciertas emociones (a pesar
de que Él las creó todas) o que el sufrimiento puro de alguna manera le da a Él
más gloria.
Pero la realidad estás herida y la esperanza es parte de toda experiencia
difícil. ¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar? En Dios
pondré mi esperanza.” (Salmos 42: 5).
La herida nos revela nuestras emociones para que podamos sanar. La
esperanza nos da la fuerza para perseverar a través de ese proceso. La herida
se transforma lentamente. Entonces, un día alguien nos pregunta al respecto y
nos sobresaltamos un poco porque de repente nos damos cuenta de que lo que
alguna vez sentimos que podría matarnos, de hecho, nos ha enseñado algo acerca
de estar completamente vivos.
No tenemos que tener miedo del dolor.
No tenemos que tener miedo de la esperanza.
Ambas son parte de lo que nos hace lo que somos, parte de nuestra
belleza, fortaleza y de las cicatrices.
Vamos
a orar
Amado Señor, a
veces elegir aferrarse a la esperanza es un proceso doloroso. Recuérdame hoy
que no tengo que tener miedo al dolor o a la esperanza. Tú estás haciendo todas
las cosas nuevas. Tú eres el Dios que redime y restaura. Confiaré en Ti mientras
elijo esperar a través de los días difíciles.
En el Nombre de Jesús,
Amén.
Ahora es tu
Turno
Hoy, siente el
dolor. Y luego siente la esperanza. Busca atrás una o dos situaciones en las
que te sentiste sin esperanza y recuerda cómo Dios pudo traer lo bueno incluso
desde los momentos más difíciles.
Más de las GiG
Holley Gerth es una
autora de gran éxito en ventas, animadora y coach de vida que ama empoderar a
las mujeres para aceptar quiénes son y convertirse en lo que Dios creó para que
sean. Su nuevo devocional La
Esperanza que tu Corazón Necesita, está lleno con 52 recordatorios
de cómo Dios cuida de ti.
Traducción:
Norma Galvis.
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